Duración: 5 - 10 minutos
Siéntate en un lugar cómodo, cierra los ojos y respira hondo varias veces. Toma consciencia del movimiento de tus tripas mientras respiras y siente cómo se contraen cuando expulsas aire.
Cuando tu respiración y ritmo cardíaco se hayan calmado concéntrate en el objetivo de tu meditación.
Imagina que tu columna vertebral es una raíz que se hunde hasta lo más profundo de la tierra. Visualiza cómo las raíces van traspasando cada capa de la Tierra, desde la superficie en donde estás sentadx, los mantos freáticos, hasta llegar al núcleo de la Tierra.
Siente la energía, una luz que comienza a subir desde la punta de la raíz, deslizándose por toda tu columna hasta llegar a tu coronilla. Siente como toda esta energía empieza a fluir por todo tu cuerpo. Repite el movimiento una y otra vez, hasta que estés segurx que la energía haya circulado por cada centímetro de tu cuerpo.
Ahora, colócate en postura Balasana o postura del Niño, apoyando la frente y las manos en la Tierra y al exhalar con fuerza, imagina que toda la energía negativa acumulada en tu interior es liberada.
Visualiza cómo esa energía se arrastra desde tu cabeza por todo tu cuerpo, hasta llegar a tus extremidades y observa cómo en cada exhalacion sale desprendida y se hunde en el suelo. Repirte el proceso hasta que toda la energía negativa haya sido expulsada de tu cuerpo. Por último, imagina que toda esta energía se purifica y se renueva en el centro de la Tierra.
Reincopórate, levantando tu espalda y cabeza lentamente. Inhala y exhala. Cuando estés listx, abre los ojos y agradece el momento vivido.
Namasté.
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